Si existe un libro emblemático es el de “Caminar”, por muy diversos motivos, del filósofo Henry David Thoreau, icono de la rebeldía civil y de la libertad del hombre. Aquí nos enseña como caminar, es todo un arte.
Cuando tengo algo de tiempo, trato por todos los medios de emplearlo en una de las aficiones que más me gratifican: vagabundear por el campo o la ciudad. Cuando utilizo el termino “vagabundear”, me estoy refiriendo a caminar sin rumbo fijo, perderme distraídamente, dejar vagar los pensamientos, no pensar en nada, disfrutar del aire, el paisaje, el mundo que me rodea. Durante mucho tiempo llegue a pensar que era un tipo raro, un ocioso parásito de la sociedad, que relegaba temas de importancia, por una cuestión tan trivial como es la de hacer de vagabundo durante unas horas. Pero este sentimiento de culpa, se desvaneció por completo cuando cayó en mis manos hace ya muchos años un maravilloso libro titulado “Caminar” o también “El arte de caminar”.
Es una pequeña joya, que llegó a mí de una forma casual. En aquellos jóvenes años me interesaba profundamente por el movimiento pacifista de Gandhi y descubrí que dos de sus autores de referencia eran Leo Tolstói y un americano llamado Henry David Thoreau. Así que me puse manos a la obra y me empape de atentas lecturas de ambos. Thoreau fue un topógrafo y ensayista americano que vivió entre 1817 y 1862, que él mismo se denominaba “inspector de ventiscas y diluvios”, pues era un enamorado del “vagabundear” y ese es el tema del libro que nos ocupa. La importancia de Thoreau en el pensamiento americano fue tremenda, pues inspiró los valores democráticos y el culto a la libertad de la sociedad americana y su libro “Ensayo sobre la desobediencia civil” o “Walden o la vida en los bosques”, que han inspirado a generaciones y generaciones de pensadores, poetas y narradores. Podríamos hablar también de Emerson, Whitman, etc.
Thoreau nos afirma que caminar es un arte, un arte para el que todo el mundo no está dotado, sólo aquellos tocados por la gracia de este don son los llamados a disfrutar de este placer dinámico, que nos hace perdernos, para ser mas auténticos y, en definitiva para estar mas centrados. El caminar en Thoreau es un arte del mismo nivel que la meditación. Esto me recuerda a la meditación que se realiza andando en los templos Zen de Japón. Otros, después de Thoreau, nos han mostrado el mismo camino, como el Premio Nóbel de literatura Hermann Hesse, que nos narra con brillante lirismo sus caminatas por lo Alpes, los valles y los lagos, hasta el punto de escribir un libro titulado “Caminante”. Gracias a Thoreau y a otros como Hesse, he descubierto que además de no ser un vago ocioso, pertenezco a la “antigua orden caballeresca de los caminantes andantes”
Enlace: http://thoreaucastellano.blogspot.com.es/2009/11/el-arte-caminar-caminando-walking.html